viernes, 10 de marzo de 2017

LIBEREMONOS DE LA OPRESION QUE SIGNIFICA LA VIOLENCIA MACHISTA

Por Alicia Toledo

Este 8 de marzo Uruguay vivió una fecha histórica, 300.000 mil personas se movilizaron en
Montevideo,  en varias ciudades del interior del país hubo marchas y concentraciones. APU -Asociación de la Prensa Uruguaya- convocó a adherir al Paro Internacional de Mujeres bajo la consigna “la solidaridad es nuestra arma”. La central sindical uruguaya PIT-CNT decidió parar a partir de las 16 horas y este país se unió a 50 países del mundo que pararon reclamando igualdad de oportunidades entre hombres  y mujeres, y el fin de la violencia machista. La Coordinadora de Colectivos Feministas del Uruguay denuncia que en lo que va del año 8 mujeres murieron en manos de su pareja o ex pareja.
 En Maldonado la Dirección de Género de la Intendencia de Maldonado, en coordinación con la OSC Zonta Punta del Este -Maldonado realizó talleres y actividades con referentes de género de cada municipio. En Pan de Azúcar y Piriápolis, este 8 de marzo hubo movilizaciones organizadas por colectivos de mujeres auto convocadas.  En Piriápolis la marcha  contó con la participación de más de 200 personas, en el trayecto de la Rambla de los Argentinos ocupó dos cuadras. En la proclama reclamaron que la Unidad Especializada en Violencia de Género del Ministerio del Interior, este abierta las 24 hora, cuente con personal preparado sobre el área y que las denunciantes sean atendidas por policía femenina y con mayor contención.
En  mi forma de ver esta marcha no fue “contra el hombre” sino contra la cultura machista, no es el hombre como individuo sino una cultura generada en determinado momento. Esta cultura hace que  los varones – no todos-  ejerzan violencia no solo sobre las mujeres, sino también sobre ellos mismos, esto se ve por ejemplo en los encuentros deportivos donde son mayoría. A veces también se ve en la forma de reaccionar, ante la falta de palabras: el golpe, ante la falta de argumento: el insulto. Considero las mujeres hemos sido educadas para mediar, y que los varones tiene que ir aprendiendo a resolver los conflictos sin violencia. Nosotras hemos contribuido a que ellos mantengan ese estereotipo, los impulsamos a que sean así, tenemos que empezar a cambiar esa forma de ver a los varones como un ser que tiene que protegernos, y tiene más autoridad que  nosotras para  “castigarnos” cuando nos portamos mal.
En la calle la violencia machista la vivimos cuando nos sentimos incomodad pasando frente a un grupo de varones. El acoso callejero  limita nuestra libertad de andar por los espacios púbicos, y esta situación nos ha pasado a la mayoría de las mujeres. Las palabras elogio hacia la apariencia personal son incomodas fuera del contexto de la intimidad de una pareja. El miedo a sufrir una violación es otra forma violencia que vivimos las mujeres, desde niñas, nos enseñan a cuidarnos y sentimos que no tenemos el mismo derecho a estar en donde queríamos,  libertad que si tienen los varones. 
No todos, no todas, hay quienes ha sabido educar  en el respeto al  otro, en el dialogo, en la convivencia.  Hay padres, hay madres, que comparten las tareas del hogar, que enseñan a sus hijos a cuidar a un bebe, o que enseñan a su hija a hacer deportes, a manejar. Este paro  valió la pena, reflexionamos en colectivo  sobre  cómo cambiar el estado actual violencia opresora “por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”(Rosa de Luxemburgo)

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